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Y llego el día, por fin me encuentro en el aeropuerto internacional de Hanoi. Después de un largo viaje por fin puedo decir xin chao Vietnam. Es un aeropuerto bastante sencillo, lo primero que tienes que tener en cuenta es que si vas a pasar más de 15 días en el país necesitas una visa, en mi caso estuve 14 días en el país y no fue necesario.

Lo primero que te espera es el control de inmigracion, donde se te pide visa o simplemente el pasaporte donde te lo sellan y te ponen hasta que día puedes estar en el país, a mí personalmente no me pidieron ni visa, ni vuelo de salida del país, ni nada simplemente pasaporte me lo sellaron me cogieron huellas y ya pude seguir mi viaje. Según pasas el control de inmigración, bajas unas escaleras y te encuentras las cintas para recoger el equipaje en tal caso de que hayas facturado. Al salir justo a la derecha te encuentras dos casas de cambio de dinero donde cambie euros por 24.700 ni tan mal el tipo de cambio en google me marcaba en 25.300 y algo importantísimo para mí donde poder comprar una sim, 120gb para 30 días por unos 300.000 dongs (11,50 euros) la compañía que use fue viettel que es del gobierno y sin problema alguno por todos los rincones que estuve del país.

El siguiente paso fue llegar hasta mi hotel en Hanoi, para ello usé la aplicación Grab, es como si fuera uber o cabify pero para el sudeste asiático. Solicite el trayecto poniendo donde me encontraba y hasta donde quería ir y un simpático Vietnamita me llevo hasta la puerta de mi hotel, con una pequeña conversación dado que su inglés y el mío eran muy similares jajajajaj.

Ese mismo día tocaba un paseo sin rumbo fijo para comprobar la caótica, pero ordenada Hanoi, donde hay millones de motos y donde cruzar es jugarse la vida literalmente, tienes que ir esquivando las motos y los coches y ellos a ti, toda una aventura. Llego la hora de comer algo y mi primer plato Vietnamita fue una riquísima ensalada de flor de plátano con pollo y los típicos rollitos tradicionales con papel de arroz y rellenos de cerdo y verduras. Sin lugar a duda, lo mejor de viajar es descubrir su gastronomía.

A la mañana siguiente tocaba descubrir todos los rincones que guardaba la caótica pero ordenada Hanoi, después de desayunar y preparar mi mochila, comencé mi aventura, donde la primera parada fue el Templo de la Literatura, la entrada vale 30.000 dongs poco más de 1 euro. Había varios colegios de excursión y haciendo ceremonias, cosa que aún fue más especial mi visita.

Mi siguiente parada fue la ciudad imperial de Than Long, la verdad que me esperaba mucho más, básicamente queda la fachada y ruinas y todo lo demás dentro del propio complejo, es por así decirlo construcciones nuevas o esa fue mi impresión paseando por el complejo, la entrada también fue de 30.000 dong.

De ahí fui hasta el mausoleo de Ho Chi Minh, donde el cuerpo se encuentra embalsamado y como dato curioso hay cientos de carteles que prohíben masticar chicles en todo el recinto, además de unos jardines muy cuidados y una gran cantidad de seguridad, en el propio recinto se encuentra la pagoda de pilar único y varios edificios del gobierno el acceso es totalmente gratuito salvo si quieres visitar el propio mausoleo.

Tras un pequeño paseo por el lago Ho Tay y jugándome la vida en cada paso de cebra, llego hasta la pagoda de Tran Quoc, para mi mala suerte estaba cerrada y no pude acceder al recinto, pero si pude contemplar su famoso pilar desde fuera.

Llegaba la hora de reponer fuerzas y nada mejor que probar el famoso plato de Hanoi, bun cha, realmente exquisito, se trata de un cuenco con un caldo donde le pones fideos de arroz, carne de cerdo a la brasa, soja y demás verduras lo remojas todo con el caldo y a la boca… decir que es exquisito.

Después de saborear el increíblemente bun cha. Tocaba volver a perderme por las calles caóticas de Hanoi y cada vez cruzar era más fácil, me sentía uno más de allí, mi siguiente parada no podría ser otra que ir a las famosas vías del tren que atraviesan las calles de Hanoi. La verdad que para mí fue muy decepcionante dado que las más famosa, limpias ect, estaban vigiladas por policías y no te dejaban entrar salvo que cualquier comerciante de la zona te llevara y claro tenías que sentarte en su bar a consumir algo, y claro a mí nadie me va a imponer donde tengo que estar, soy así… y bueno proseguí mi camino hasta toparme con unas vías sin vigilancia, pero tenían mierda por un tuvo asi que decidí que las vías del tren de Hanoi no son para mí. 

Mi siguiente parada fue la catedral de San Jose, una espectacular fachada en medio de aquel caos, una notre damme en miniatura, dado que el legado que dejaron los franceses es reconocible por muchos puntos de la ciudad, además de que hay pan, cosa muy poco común en el sudeste asiático, decir que el pan es riquísimo.

Y de ahí a unos pocos minutos se encuentra el lago Hoam Kiem, con su famoso puente rojo que une la ciudad con el templo Den Ngoc Sonm, la entrada es de 30.000 dongs, si prácticamente en Hanoi el acceso a todos los sitios turístico vale 30.000 dongs. En el propio templo te aisla un poco de tanto ruido de la ciudad, y te da un poquito de paz.

Ya iba llegando mis últimas horas en Hanoi, cosa que de verdad deseaba, dado que es una ciudad llena de ruidos por todos lados, donde cruzar por un paso de peatones era jugarse la vida jajajaja, pero algo tan típico en cualquier gran ciudad del sudeste asiático hay que vivirlo. Para terminar el día no podía faltar perderse un poco por la calle de la cerveza donde un minúsculo pasillo sirve de paso con muchísimos bares a los lados y desde donde salen miles de vietnamitas a ofrecerte que te sientas en una de sus mesas a tomar algo, agobiante sí, pero había que vivir la sensación, pues también.

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