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¿Qué vas a hacer en Ámsterdam?

Diario de Ámsterdam

Ámsterdam es la capital de Holanda. Aquí me encuentro en esta nueva aventura por tierras holandesas. He aterrizado a las 18:00 en el aeropuerto Schiphol, desde este mismo aeropuerto he cogido un tren con destino a la estación central de Ámsterdam. En la misma terminal hay unas máquinas expendedoras amarillas donde se compran los billetes, recuerda una vez comprado el billete validarlo justo antes de entrar en la estación de tren hay unas máquinas de validación amarilla.

Una vez validado, sigo las indicaciones que son bastante claras en las pantallas de información, no vas a tener problema en perderte en ese sentido. Una vez llego a la estación central de Ámsterdam, en la que nuevamente tienes que validar el ticket para poder salir. Me dispongo a llegar hasta mi hotel, a unos pocos minutos de la estación. En esta ocasión me decidí por el Old Quarter Hotel. Un hotel bastante céntrico, donde me pude mover a todos los lugares que vi sin necesidad de coger transporte público. La habitación era bastante pequeña, pero tenía todo lo necesario para mí.

Esa misma noche me di una vuelta por la famosa postal de Ámsterdam Damrak, justo una calle por detrás del hotel. La siguiente parada fue comerme un cono de las famosas papas de Ámsterdam, (que en realidad son belgas). La siguiente parada fue la iglesia Oude Kerk, en pleno barrio rojo. Para quien no conozca el barrio rojo de Ámsterdam, la sensación que yo tuve es que es un barrio muy turístico, familiar, donde se mezcla todo, es decir, hay coffe shop, las famosas vitrinas con prostitutas, sexshop, espectáculo de sexo, y viviendas, además que mi pensamiento de ese barrio era totalmente diferente al que vi. Me imaginaba un barrio «chungo» pero para nada, todo lo contrario, veías familias enteras pasear por el barrio, con la abuela, el nieto y el hijo en el carrito. Un barrio turístico más, de una gran ciudad.

A la mañana siguiente tocaba seguir descubriendo la ciudad, mi primera parada fue la Plaza Dam, la principal plaza de Ámsterdam y desde donde se empezó a construir la ciudad. En el centro de la plaza se encuentra un obelisco de 22 metros de altura en homenaje a los soldados holandeses caídos en la segunda guerra mundial. En la misma plaza puedes encontrar el palacio real, el museo de cera Madame Tussaud y la iglesia Nieuwe Kerk, un lugar fantástico para desayunar y empezar el día de la mejor manera.

La siguiente parada fue la maravillosa y tranquila Begijnhof, un conjunto de elegantes casas con un jardín central, donde albergaba una hermandad femenina católica laica: las benguinas. En el propio recinto se encuentra la Engelse Kerk, la cual fue confiscada tras su reformación en 1665. Tras esto se vieron obligadas a unir dos casas y hacer la capilla de Begijnhof, que se convirtió en la primera iglesia clandestina de la ciudad.

La siguiente parada fue la plaza Spui, un lugar para pasear sin prisa y descansar. La siguiente parada tocaba reponer fuerzas con unas increíbles galletas caseras de chocolate rellenas de chocolate blanco, ya llegando a la tienda se olían, que ricoo…  Van Stapele Koekmakerij, solo hacen estas galletas y una vez se acaben, cierran. Consejo no compres una, compra varias, no te arrepentirás. Pude deleitarme de estas galletas en la calle Seigel, sentado en un banco justo a la orilla del canal.

Paseando llegué a Bloemenmarket, el mercado de las flores. No es solo un lugar turístico, si no es también el sitio preferido de todos los amsterdaneses para comprar flores y plantas. Un mercado dentro del propio canal que es un placer para los sentidos, para el olfato y la vista. Un poquito más abajo se encuentra la plaza Rembrandtplein, lleva el nombre del famoso pintor Rembrandt Van Rijn, en esta ocasión no pude disfrutar de la plaza como quería dado que había una excursión de instituto y una pista de hielo en la cual más de uno se dio un buen tortazo.

Siguiendo mi itinerario llegué hasta Nieuwmarkt, donde se encuentra un mercado y un precioso castillo convertido en un restaurante.

A la mañana siguiente tocaba ir a la casa de Anna Frank en el barrio judío de Ámsterdam. Anna Frank, una de los millones de judíos que fueron perseguidos durante la segunda guerra mundial. En sus diarios nos cuenta, en un lenguaje claro y sencillo, sus pensamientos y los acontecimientos. Debido al régimen antijudio de Hitler. Su familia intento protegerse escondiéndose en la parte de atrás del edificio, poco después se unieron a ellos cuatro personas más. La entrada a dicho museo vale 14 euros.

Justo en la misma calle se encuentra la iglesia Westerkerk con una torre de 85 metros de altura, si quieres tener una vistas desde las alturas de Ámsterdam es tu sitio. El precio es de 7.50 euros.

Luego tocaba perderse por los canales y las calles de Negen Straatjes. Sitio más que recomendado para olvidarse del móvil y perderse, las vistas a los canales con la arquitectura de las viviendas y las iglesias lo hace un lugar especial si te gusta la fotografía y si no, pues también porque tus ojos te lo agradecerán.

Ahora tocaba descansar un poco en Leidseplein, donde se encuentra mucha vida nocturna, además de restaurantes y artistas callejeros. Seguí caminado hasta llegar a Vondelpark, el parque más grande de Ámsterdam, con más de 10 millones de visitas al año, es el parque más famoso de toda Holanda, un lugar ideal para descansar y desconectar. 

Tras unas horitas de relax en el parque disfrutando del día, tocaba ir a la plaza de los museos, donde se encuentra el Rijkmuseum, es el museo nacional y considerado el mejor museo de Holanda. Junto al museo Van Gogh es la atracción más visitada, así que ya sabes si te gusta el arte, estos dos museos no pueden faltarte.

Y para terminar la jornada de mi pequeña aventura por Ámsterdam, no podía dejar de visitar el mercado de Albert Cuyp, un kilométrico mercado donde encontraras el verdadero espíritu de Ámsterdam, la comodidad, la diversidad y el ambiente lo hace especial. Con más de 300 puestos que van desde ropa, hasta comida, pasando por los famosos waffles y helados. 

Si amigos y amigas mi waffle de caramelo y nutella recién hecho, qué mejor manera de decir hasta luego Ámsterdam.

A la mañana siguiente tocaba despedirnos y volver a coger el tren que me llevaría al aeropuerto. Desde la estación central al aeropuerto, lo mismo que cuando llegue, pero esta vez tocaba hacer el viaje a la inversa, recordar siempre, validar el ticket.   

Si tienes dudas puedes contactar conmigo aquí.

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