Guía de Lisboa
Buenos días amig@s, son las 9:20 y ya estoy en el avión sentado, con mi próxima aventura en el horizonte. Me voy a LISBOA, La capital de Portugal.
En este viaje estaré 3 días en Lisboa, donde recorreré sus calles, sus numerosas cuestas y su magnífica gastronomía. Y por supuesto te lo contaré tal cual lo he vivido con todas mis sensaciones y como siempre si tienes alguna duda puedes contactar conmigo aquí.
Llego al aeropuerto Humberto Delgado en Lisboa. Consejo si usáis vtc ya sea bolt, cabify o uber. Tenéis que subir hasta la terminal de salidas, dado que en la terminal de llegadas solo hay taxis y guagua (autobús) y aunque te marque la ubicación, las vtc solo recogen en el aparcamiento que está justo en frente de la terminal de salidas.
El siguiente destino era mi hotel Lisbon Arsenal Suites, a unos pocos metros de la famosa plaza do comercio, es decir que la ubicación es fenomenal, las habitaciones eran bastante cómodas y el personal muy amable y simpáticas.
Mi primer destino, como no, fue la plaza do comercio, una plaza majestuosa con una estatua central ecuestre de José l, rey portugués que estuvo en el mandato en el gran terremoto de Lisboa. Además, la plaza se encuentra abierta al lado sur que da al río Tajo dado que la plaza era la principal entrada a la ciudad para los barcos mercantes.
El siguiente destino es el Arco Triunfal de la Rua de Augusta, que desde la misma plaza do comercio es la entrada a la famosísima Rua Augusta, la calle más importante de La Baixa. Es una calle peatonal llena de tiendas a ambos lados, restaurantes, pastelerías… Y muchos turistas dado que es una de las calles principales de Lisboa. (Añado en esta calle y alrededores se suelen acerca mucha gente a ofrecerte droga, con decir no y seguir a lo tuyo es suficiente)
En esta calle probé el famoso pastel do bacalhau relleno de queso. Es un croqueton de papas con bacalao, perejil, cebolla y en esta ocasión lo pedí con queso, no estaba mal.
Siguiendo la Rua Augusta nos encontramos con el elevador de Santa Justa, posee una estructura de hierro de 45 metros de altura, aplicando las técnicas inspiradas en la Torre Eiffel.
Ahora tocaba subir al Convento Do Carmo, cuyas ruinas abiertas al cielo dejan sus increíbles columnas a la vista. El terremoto que sufrió Lisboa en 1755 fue el culpable de que el templo gótico más importante de Lisboa por ese entonces. Y que en la actualidad, no tenga techo. Tengo que decir que lo prefiero sin techo es un encanto estar dentro, pasear por sus ruinas y contemplar cada detalle del convento. Además, con la entrada, que vale 5 euros al convento, incluye el acceso al museo arqueológico do Carmo. Donde puedes encontrar una sala de prehistoria, las tumbas del rey Fernando I, de Nuno Alvares de Pereira y una sala de colecciones donde hay un sarcófago egipcio y unas espeluznantes momias, a mí sinceramente al verla me dio cosita.
Bajando sus cuestas, llegue a la plaza Rossio una plaza maravillosa, con fuentes y su adoquinado en forma de ondas que la hace especial. Al fondo el teatro nacional D. Maria II que hacen unas fotos preciosas desde la propia plaza con el teatro al fondo.
Seguí caminado hacia arriba hasta la plaza do Restauradores, con un gran obelisco en el centro, con estatuas de bronce significando la victoria y libertad. Es el comienzo de la avenida da liberdaded, una avenida llena de arboleda y tiendas caras.
Seguí y seguí subiendo esa cuesta no empinada, pero sí bastante larga hasta el parque Eduardo VII, un maravilloso parque con jardines bien cuidados, además es uno de los parques más céntricos de la capital portuguesa, cuenta con su propio jardín botánico y su magnífico mirador donde se obtienen unas vistas maravillosas del centro de la ciudad.
Como no podía ser de otra manera tocaba probar un Bifana, bocadillo de cerdo guisado, si te has comido un bocadillo de pata alguna vez, pues muy similar. Eso si, algo más salado y sabroso dado que la carne es guisada.
El siguiente destino es el jardín de San Pedro de Alcántara, se encuentra en Barrio Alto y si en lo más alto jejejejeje. Un mirador que lo abarca todo, unas vistas estupendas de prácticamente lo más significativo de Lisboa, así que si es una parada más que recomendable en tu visita a Lisboa. Además, tiene unos jardines maravillosos donde poder descansar y contemplar sus maravillosas vistas. Consejo visítalo por la tarde.
La siguiente parada fue la plaza de Luis de Camoes, una preciosa plaza adoquinada, con mucha vida en ella, además por allí pasas los famosos tranvías de Lisboa y se suelen cruzar bastantes por allí, por si quieres unas buenas fotos ese es uno de tus sitios. (El famoso tranvía de Bica estaba en reparación y no lo pude disfrutar)
Bajando llegue hasta Rua Nova, famosa calle porque el suelo está pintado de rosa con un puente amarillo. También añadir que cuando cae el sol es una calle bastante animada.
Para cenar escogí Time Out Market. Un mercado de comida en Lisboa, me lo esperaba más auténtico, casero… Y no fue así muy comercial, me comí una hamburguesa con papas que estaba muy buena, la verdad, nada que reprochar a la calidad.
Tocaba una noche larga con unos amigos canariones que viven en Lisboa. Me llevaron a una zona de fiesta justo detrás del metro Cais do Sodre, pase una noche lisboeta rodeado de buena gente. Añadir que está a unos 10 minutos del hotel.
A la mañana siguiente, con una buena resaca, tocaba seguir descubriendo los secretos de Lisboa, en esta ocasión tocaba subir a la Catedral de Lisboa, de estilo románico, en el maravilloso barrio de Alfama donde perderse por sus calles es más que recomendado.
De ahí seguí subiendo hasta el mirador de Santa Lucia, el más famoso de Alfama. Posee el encanto de los pequeños rincones tan típicos de Lisboa, con su cubierta de buganvilla y sus azulejos desconchados. Sin duda una parada más que obligatoria, sentarse, relajarse y contemplar las vistas… Que placer.
Seguí subiendo hasta el siguiente mirador Porta do Sol, es bonito hasta el nombre, como la mayoría de los lugares imprescindibles de Lisboa, es gratuito. La panorámica desde este mirador es impresionante, las casas color pastel hacen un regalo a nuestros ojos.
Y llegue al castillo de San Jorge, aunque antes pare a comprarme unos pastelitos de Belem, riquísimos, estaban aún calentitos, que ricoooo…
El precio para acceder al Castillo es de 10 euros. Se entra por el arco de San Jorge y una vez dentro puedes pasear por todos sus rincones, encontrarte con pavos reales, cañones, una fabulosa panorámica de Lisboa, pasear por sus patios y subir a sus torres. Sentirte como un auténtico caballero.
A la hora de comer compartí mesa con el amigo canarion que me llevo a probar el pulpo lagareiro. Pulpo a la brasa con un aceite con ajos por encima acompañado de papas y verduras.
Luego tocaba ir a ver el Benfica al Estadio Da Luz, visita obligada para todo buen futbolero, el resultado del partido fue un 3-1 a favor de los locales.
A la mañana siguiente tocaba visitar el barrio de Belem. Y claro, esta empecé por el desayuno en la famosa fábrica de pasteles de belem.
Proseguí mi camino hasta el Monasterio de los Jerónimos, el cual está declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Además de una increíble fachada de unos 300 metros de largo muy bien decorados, incluye una impresionante iglesia y un hermoso claustro. Un paseo bastante agradable descubriendo cada detalle de su impresionante arquitectura. La entrada cuesta 10 euros.
Ahora sí, llegue a mi lugar preferido en Lisboa. La Torre de Belem está declarada patrimonio de la humanidad y su ubicación sobre la antigua playa de Restelo, lo hace un sitio maravilloso, que me trasmitió muchas buenas vibras. Su principal atractivo es la decoración exterior esculpida en piedra, con galería y torre de vigilancia. Un sitio lleno de magia al cual le dedique unas horitas allí sentado.
Seguí mi camino por la orilla del río Tajo, hasta el Monumento a los Descubridores, con sus impresionantes 52 metros de alto, en este monolito de piedra con forma de carabela, en el que aparecen 33 personalidades representativas de la era de los descubrimientos. Otro sitio para estar horas sentados, contemplando cada detalle y relajarte a la orilla del río. En la plaza también puedes ver un mapamundi flanqueado por sirenas y navíos, que refleja las rutas que siguieron los antiguos descubridores.
Llego la hora de comer y como no podía faltar probé la francesinha, un sándwich de tres pisos, relleno de diversos embutidos, filete de cerdo, salchichas, queso fundido por encima, bañado en una salsa picante de cerveza y tomate con un huevo frito por encima y un montón de papas fritas. Costo acabarlo, pero se acabó si jejejejeje.
El siguiente destino es Lx Factory una especie de mercadillo/tiendas, restaurantes en una antigua fábrica abandonada. Donde sus paredes están decoradas por muy buenos grafitis reivindicativos.
Y con esto terminaba mi aventura por Lisboa.