Guía de Bangkok
Aterrizo en la caótica, alocada y maravillosa Bangkok. Llego al aeropuerto Suvarnabhumi el principal aeropuerto internacional de Bangkok.
Nada más bajar del avión lo primero que hice fue ir a cambiar dinero en el mismo aeropuerto, por aquel entonces (hablo del 2019) la mejor casa de cambio estaba en el propio aeropuerto, se encontraba casi a la entrada del tren elevado que va a la ciudad. Un puesto verde llamado Superrich, si cambiabas billetes de 50 euros te daba aún un mejor cambio, y eso hice sin pensarlo. Siguiente paso fue ir a por una tarjeta de móvil para poder tener datos, me decidí por la DTAC 15 días sin problema de cobertura aun estando en las islas de Tailandia.
Todas las compañías están justamente según sales del control de pasaporte, así que solo te queda decidir cuál es la compañía que mejor te conviene, ellos mismo te la instalan y te dejan todo funcionando, así que si no eres un manitas, no hay problema.
Utilice Grab es el uber de Asia, yo con mi inglés básico, pero con una amplia sonrisa y mi pronunciación del saludo «Sawat di krhap», me gané al conductor que básicamente estuvo riéndose todo el camino y cuando llegábamos al Hotel Rambuttri Village Inn & Plaza, me explico a su manera y yo a mi manera de entender sitios cercanos.
El hotel se encuentra en la propia calle Rambuttri una calle turística, pero menos ruidosa y ajetreada que Khao San Road que está a 3 minutos. El hotel es bastante céntrico para visitar el palacio real, el buda reclinado, entre otros muchos tesoros que guarda Bangkok.
Esa misma noche pruebo el famoso y delicioso «Pad Thai» plato típico de Tailandia a base de fideos de arroz, verduras, huevo y elección de pollo o gamba, se me hace la boca agua solo de pensar lo delicioso que está. Tengo que añadir que cada vez que lo probaba en un sitio diferente más me gustaba.
Al día siguiente, con mi mochila al hombro, me dispongo a visitar el impresionante palacio real, recomendación, lleva pantalón largo o allí mismo te venden uno. Yo llevaba un pareo, cosa que no me dejaban pasar, solo con pantalón largo, así que si vas que espero que sí, recuérdalo.
Me quedé sin palabras al contemplar ese esplendor maravilloso de todo el recinto, cada paso que daba más flipaba.
En el propio palacio real, aparte de toda su arquitectura, también se encuentra el buda de esmeralda. Prohibido fotografiar ni acercarse. Aunque según dice la leyenda, el buda de esmeralda fue creado en la India en el año 43 a.c.
Después de recorrer todos los rincones del palacio real, la siguiente parada es el templo Wat Pho donde se encuentra el buda reclinado de unos 45 metros de largo y unos 15 metros de alto, algo impresionante sin duda.
Dentro del propio recinto hay una colección de figuras de buda, y varias pagodas tailandesas, sin duda un recinto donde perderte contemplando cada detalle.
El siguiente destino fue Wat Ratchabophit, sin lugar a dudas un templo diferente a los que había visto, era oscuro por dentro, quiero decir paredes negras y como no, adornos dorados con muchas simbologías.
Seguí perdiéndome por las calles de Bangkok viendo la vida local a mis pasos, encontrándome conmigo mismo, hasta llegar a al maravilloso Wat Saket más conocido como montaña de oro, y no, no bromeo cuando digo que es una montaña llena de escalones alrededor. Un paseo agradable dado que por el camino te ibas encontrando con campanas, gones y sobre todo según más subía mejores vistas desde las alturas de Bangkok. Una vez arriba, salvo por la masificación de turistas, sentías silencio, cosa bastante poco habitual por las calles de Bangkok.
Volví a bajar la montaña y fui dirección a Wat Ratchanatdaram, donde me tope con monjes como se puede apreciar en la foto.
Hacía tantísimo calor que decidí volver a utilizar Grab, para ir a ver y disfrutar la última maravilla del día, aunque todo el mundo recomienda ir al atardecer, yo llegaría como a las 3 aun así estaba también masificado de turistas, algo típico en Bangkok. Tengo que decir que da igual la hora a la que disfrutes de Wat Arun, con su torre principal de 82 metros de altura y unas escaleras muy pero que muy empinadas, decoradas con porcelana y conchas marinas, majestuoso lugar lleno de significado.
Con esto ya daba por finalizada una larga y apasionante mañana por las calles de Bangkok, descubriendo su caos organizado y sus maravillosos templos.
Al anochecer me adentré en la famosa calle de «mochileros» Khao San Road, es conocida como tal porque está llena de hostales económicos y una vida en la calle totalmente festiva, con miles de puestos de todo tipo comida, ropa, masajes, locales con música muy festivo todo. Digamos que es una calle muy festiva y con muy buen ambiente. En esta calle fue donde me comí un escorpión, si un escorpión, antes de irme, decía que el insecto que quería probar sería ese, y así fue. Su sabor era bastante particular dado que me sabía a mar, un sabor a gamba muy tostada, salada (es a lo que se me asemejo a mí) estaba bizcochado, la verdad que me lo comí todo, me gusto. Una experiencia más en mi vida.
A la mañana siguiente tocaba ir a visitar el otro lado de la ciudad, empezando por Lumphini park, donde desde temprano pude ver la vida deportiva de los tailandeses, había grupos haciendo baile, yoga, kung fu, zumba etc. Lo mejor de todo era ver sonreír a todas esas personas, sin duda me quedo con eso, la felicidad que trasmite esa gente es de verdad, qué admirable. Lo que me sorprendió fue ver carteles que prohibían la entrada a perros, cosa que no entendí, hasta que me adentre en el propio parque y comprobé el motivo, había varanos gigantes o lagartos gigantes sueltos por ahí, totalmente inofensivos para el humano. Fue totalmente un gran descubrimiento, ver a esos animales caminar por el césped, salir del agua.
El siguiente paso fue visitar el Wat Hua Lamphong, está situado en un barrio moderno y la verdad que fue todo un descubrimiento, encontrarlo allí en medio de modernidades. Un templo construido en mármol blanco en lo alto de unas escaleras amplias.
De allí subí hasta el centro comercial MBK, fue la primera vez que me perdía en un centro comercial, si si me perdí literalmente. Pasillos kilométricos donde no veías el final y estrechos no se tendrían 2 o 3 metros de ancho. Allí puedes encontrar lo que sea desde telas hasta móviles, pasando por calzoncillos a cámaras fotográficas … De todo y cada pasillo básicamente era de cada cosa, así que si quieres algo vete al MBK que lo encuentras seguro, me juego contigo una Chang.
Después de volver a encontrar la salida, pare un famoso tuk tuk para ir hasta el Buda de Oro, decir que la conducción es bastante alocada y desenfrenada, con la música a tope iba ese señor cogiendo las curvas cerradas al más puro estilo, un piloto de moto gp y cruzándose por todos lados. Subidón de adrenalina después de perderme en el mbk jejejeje.
Y por fin, llegue al majestuoso templo de mármol blanco donde se encuentra el Buda de Oro, una estatua de 3 metros y 5,5 toneladas de oro macizo. Es la mayor estatua de oro macizo del mundo. Decir que en prácticamente todos los templos de Bangkok tienes que pagar una entrada que va desde los 10 bath hasta los 100 bath, para que lo tengáis en cuenta a la hora de visitarlos.
De allí me adentré en el barrio chino de Bangkok. Lleno de tiendas de oro y puestos callejeros donde probé el mejor sabor de las frutas sin lugar a duda. Plátano, piñas…
Se acaba el día y regresaba al hotel después de un día lleno de experiencias, muchas sensaciones y de muy buena comida. Pero todavía me quedaba un huequito para probar ese helado increíble de coco, que me estaba esperando a mí, justo en la misma calle del hotel, a unos pocos metros del hotel estaba ese señor con su puesto de helados. Medio coco el cual raspaba y le ponía helado más el coco, manices y chocolate por encima fue algo indescriptible el sabor.
Ya solo me quedaba en decir hasta luego Bangkok. Y dirigirme a mi próximo destino que es y nada menos que la preciosa y tranquila Chiang Mai.